La afición por la guerra
Los señores y demás miembros de la aristocracia dedicaban gran parte de su visa a la guerra. Por un simple pretexto un señor le declaraba la guerra a otro. Luchaban por pu amor a la guerra, que consideraban una aventura emocionante.
Esto fue resultado del proceso histórico de comienzos de la edad media. Roma había caído con mucha violencia y el breve lapso de orden y civilidad que significó el Impero Carolingio, fue seguido por nuevas invasiones y la cultura de la violencia y la muerte retornaron.
La labor de la iglesia católica fue de gran importancia para atenuar la brutalidad de las costumbre. Recursos como la mediación entre señores feudales dispuestos a hacerse la guerra; las maldiciones solemnes (o anatemas) contra quienes abusaban de los campesinos o comerciantes (pilares de la economía feudal); o la temida excomunión sirvieron para establecer las bases de una social feudal más ordenada y menos incivilizada.
La institución de la caballería
Durante el siglo XI, las clases aristocráticas alcanzaron cierto refinamiento. El accionar de la iglesia canalizó la agresividad de los rudos guerreros y la actividad bélica dejó de ser (en cierta parte) un mero impulso brutal, para cimentarse en valores ideales y en códigos de conducta. Así nació la institución de la caballería.
Quienes aspiraban a ser caballeros eran nobles, vasallos de algún señor feudal. Para poseer tal título había que cumplir con una serie de requisitos y someterse a una ceremonia especial. Cumplidos los 21 años, y después de haber pasado por los grados de paje, escudero y, finalmente guerrero, estaba en condiciones de ser armado caballero.
El caballero debía ser no solo valiente y leal, sino también generoso, bueno con los pobres y desvalidos y defensor de las causas justas. Y no solo eso, debía ser atento, cortés y respetuoso con las mujeres. El cortejo y la galantería a las enamoradas se hicieron virtudes, tanto así que "caballero" y "caballerosidad" han quedado como sinónimos de "hombre honorables y conquistador". Así, las mujeres fueron alcanzando una posición más elevada que en los primeros siglos de la Edad Media.
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